Comentario
Costumbres de los hombres
Hablar de mexicanos, es hablar en general de toda la Nueva España. Son los hombres de mediana estatura, pero robustos, leonados en color, los ojos grandes, las frentes anchas, las narices muy abiertas, los cabellos gruesos, negros, largos, pero con garceta. Hay muy pocos crespos ni bien barbados, porque se arrancan y untan los pelos para que no nazcan. Algunos blancos hay, que se tiene por maravilla. Se pintan mucho y feo en guerras y bailes. Se cubren de plumas la cabeza, brazos y piernas, o con escamas de peces o pieles de tigres y otros animales. Se hacen grandes agujeros en las orejas y narices, y aun en la barbilla, en los que ponen piedras, oro y huesos. Unos se meten allí uñas o picos de águila; otros, colmillos de animales; otros, espinas de peces. Los señores, caballeros y ricos llevaban esto de oro o piedras finas, hecho al natural; con lo cual andan galanes y bravos, a su parecer. Calzan unos zapatos como alpargatas, y pañicos por bragas. Visten una manta cuadrada, anudada al hombro derecho como las gitanas. Los ricos, o en fiestas, acostumbran llevar muchas mantas y de colores; en lo demás van desnudos. Casan a los veinte años, aunque los de Pánuco antes tenían cuarenta. Toman muchas mujeres con ritos de matrimonio y muchas sin él. Las pueden dejar, mas no sin causa, mayormente las legítimas. Son celosísimos; y así, las aporrean mucho. No llevan armas, más que en la guerra, y allí averiguan sus pendencias por desafíos. Los chichimecas no admiten mercaderes de fuera, que los demás hombres tratan mucho; empero, sin verdad ninguna, y por eso compran y venden a toma y daca. Son muy ladrones, mentirosos y holgazanes. La fertilidad de la tierra debe causar tanta pereza, o por no ser ellos codiciosos. Tienen ingenio, habilidad y sufrimiento en lo que hacen; y así, han aprendido muy bien todos nuestros oficios, y la mayoría sin maestros y con la vista solamente. Son mansos, lisonjeros y obedientes, especialmente con los señores y reyes. Religiosísimos sobre manera, aunque cruelmente, según después diremos. Se dan muchísimo a la carnalidad, así con hombres como con mujeres, sin pena ni vergüenza. Agüeran mucho y a menudo; y así, tienen libros y doctores de los agüeros.